Las dos realidades de Charles Fernández: misionero y pentatleta

 

Tomado de Tokyo2020.org

El pentatleta guatemalteco Charles Fernández hace más que cinco deportes en uno. Hace más que representar a la nación de su padre en los Juegos Olímpicos (participó en Río 2016 y estará en Tokio 2020). Hace más que inspirar a través del deporte.

Charles Fernández nació en Estados Unidos hace 24 años, pero desde muy pequeño estaba plenamente concienciado con la realidad más dura del mundo.

"Mi padre se fue a Estados Unidos y se casó con mi mamá. Nací yo allá y con siete años vinimos a Guatemala. Vine como hijo de misionero. Nosotros trabajamos con gente de escasos recursos en un país del tercer mundo, con gente de extrema pobreza. Y así es como yo crecí, con gente de Guatemala, dentro de las montañas, por los pueblos, pasé los primeros años de mi vida allá", recuerda.

Sin embargo, los años anteriores ya tenía inculcado los valores de sus padres.

"Yo llegué a Guatemala a tiempo completo cuando tenía siete años, pero he ido a Guatemala con mis papás desde que tenía dos o tres años porque siempre han hecho un trabajo de misioneros. Hacemos mucho trabajo social dentro de las comunidades que viven en extrema pobreza en comunidades subdesarrolladas. Les ayudamos a construir iglesias, casas, centros educativos, escuelas y centros comunitarios", explica.

Vivir esto de tan cerca hizo que Fernández se sintiera guatemalteco desde el primer momento.

"Queremos ayudar a salir adelante, proveer trabajo para ellos, ayudarles a leer y escribir… En definitiva, ayudar a desarrollarse en un país que tiene recursos limitados. Yo llevo desde que era niño, desde que tenía 5 años, he ayudado a construir casas y he estado rodeado de esto, interactuando con la gente de Guatemala de esa manera muy íntima, muy cercana. Aunque no nací en Guatemala, ahí es donde comenzó el amor puro para toda la gente guatemalteca".

Precisamente su trabajo como misionero le inspira también en su trabajo como deportista.

"Ellos son la razón de por qué hago lo que hago dentro del mundo del deporte. Soy atleta para el país en sí. No compito por mí mismo, sino por esa gente. Cuando yo me subo en un podio y pongo el nombre de Guatemala en lo más alto solo veo en mi cabeza las sonrisas de esa gente que vive día a día sufriendo, trabajando y sacrificando su vida para una vida mejor, pero lastimosamente a veces es difícil desarrollarse como ser humano debido a la violencia y a la corrupción que hay en ese país", relata sobre Guatemala.

"Para mí, mi trabajo es traer esperanza demostrando a la gente que sí si puede a través del trabajo duro. Tener esos dos modos de apoyo para mi país: el apoyo social y el apoyo como atleta son perspectivas bastante diferentes pero gracias a Dios se encajan de una manera muy especial. Es la razón y la motivación de que hago lo que hago a través del deporte Olímpico", prosigue.

Sin embargo, a veces no es fácil compaginar ambas facetas: la deportiva y la social.

"Desde que soy deportista más profesional, se hizo más complicado seguir con la ayuda social. La última vez que estuve con las comunidades en Guatemala fue en enero. No es algo frecuente, como era antes, que era semanal, diario, cuando era más joven. Ahora con el trabajo que he tenido de ser deportista, universitario… todas esas cosas se juntan en una vida y no puedo hacerlo mismo", reconoce.

Quienes sí siguen con el apoyo diario a las personas en situaciones más desfavorecidas de Guatemala son sus padres.

Unas situaciones que han empeorado con la pandemia de la COVID-19. Guatemala fue el primer país de Centroamérica en superar los mil fallecidos a causa del virus y siguen luchando con esfuerzo para volver a lo que en otros países ya se ha conocido como 'la nueva normalidad'.

"Mis papás siguen como misioneros a tiempo completo, y ven cómo pueden ayudar en esta pandemia mundial. Hay gente en Guatemala que no tiene ahorros y que han perdido sus trabajos. Últimamente nos hemos concentrado en prover recursos, ayuda, para que puedan comer. Mis papás siguen trabajando muy duro para encontrar formas para ayudar a la gente", cuenta Fernández.

Aunque él en estos momentos se encuentre en Estados Unidos, intenta no desligarse de esta realidad, que, como él dice, le da balance a su vida.

"Cuando yo tengo tiempo siempre trato de atribuir aunque sea un poquito. Porque yo me identifico así. Amo servir a mi gente. La razón por la que hago todo es por ellos. Así es como he manejado ese balance en mi vida".

El otro legado de su padre

Sus padres no solo han educado a Charles Fernández con los valores de la ayuda social. También le han inculcado su pasión por el deporte.

Casi sin saberlo, su padre se convirtió en un pionero del pentatlón en Guatemala.

"Mi papá fue uno de los primeros atletas en Guatemala. A finales de los 80 él entró al pentatlón moderno porque él era entrenador de atletismo y uno de sus atletas le preguntó si quería practicar este deporte. Mi padre solo sabía correr, nada más, pero siempre le han gustado hacer cosas nuevas. Comenzó a practicarlo, participó en varias Copas Mundiales, pero nunca llegó digamos a nivel de Juegos Panamericanos. Comenzó el deporte muy tarde, pero puso esa semilla sin saber que en el futuro su hijo iba a seguir sus pasos", dice.

Cuando cuando siete años Charles Fernández se instaló en Guatemala con su familia, su padre volvió a competir en el pentatlón moderno. Él fue a verle a una de las pruebas... y cayó. Fue el primero de los pasos de un atleta Olímpico.

"Estuve dos años con el pentatlón moderno como solo un hobby, pero ya después de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 me di cuenta de que las posibilidades de ser un atleta Olímpico eran reales. Entonces tomé la decisión de sacrificar muchas cosas en la vida para tomar el pentatlón a tiempo completo. Gracias a Dios cuatro años después me convertí en un atleta Olímpico en Río, y ahora de nuevo en Tokio. Mi padre es verdad que fue el primer empujón en mi vida en cuanto al deporte", reconoce.

Su vida como Olímpico

Charles Fernández se plantó en Río 2016 con 20 años. "Era uno de los más jóvenes en pentatlón moderno", asegura.

El pentatleta reconoce que en Río 2016 intentó centrarse más en la experiencia de ser Olímpico. No dejar escapar ni un detalle.

Ahora en Tokio 2020 tiene otras ambiciones.

Se clasificó para los Juegos que se disputarán el próximo verano en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, donde logró el oro. Se alzó con el mejor puesto a pesar de haber vivido un año en el que se planteó su retirada.

"Quería dejar el deporte, pero el equipo en Guatemala y familiares y amigos me han apoyado mucho. Esto me llevó a la conclusión de intentarlo una vez más. Así, seguí dándolo todo, lo mejor de mí mismo. Y llegaron los Juegos Panamericanos de Lima, que no esperaba ganar. La pasada temporada no tenía sintonía con mi cuerpo, aunque había trabajado. Y así clasifiqué para mis segundos Juegos Olímpicos. Fue un sentimiento grande, me sentí feliz de todavía estar presente a nivel mundial", recuerda.

Tras esta actuación en Lima, Charles Fernández recuperó la confianza y ahora sueña con una medalla Olímpica en Tokio 2020.

"Después de Lima pude ver las cosas muy claras y llegué a la conclusión de cuál tiene que ser el proceso para estar en el top 10. Para mí sería fabuloso, pero realísticamente creo que si se prepara bien, podemos llegar a pelear por una medalla. Funciono con estadísticas y estas me muestran de qué soy capaz. En Tokio llego con más madurez de la que tenía en Río, tanto psicológica como física. Espero un muy buen resultado, ojalá que una medalla", sentencia Charles Fernández, que de este modo quiere volver a llevar a Guatemala lo más alto que pueda.